Este patio se encuentra situado en la calle Aljibes, 8

Edificio en tres plantas, con portada de Sebastiano Serlio y acabados de revoco imitando piedra en los bajos y aspecto de ladrillos más arriba. Toda la estructura de la casa es de ladrillo antiguo sobre vigas de madera cruzadas, al estilo de la fachada que se ve al aire en las casas de la calle de Santo Tomé. Esas vigas aún se ven al aire, con el ladrillo, en algunas estancias de la vivienda.

En las escrituras de propiedad aparece una nota de construcción referida a algo así como “última remodelación: 1823”. No obstante, en una peritación de una compañía de seguros, presentaron en su informe una fecha distinta de su construcción. Ignoramos quién tiene razón en este asunto. Hasta los años 80 la casa pertenecía a una sola familia, que la fue vendiendo por apartamentos.

Atravesamos su espectacular zaguán de yesería, restaurada en el año 2013, muestra en marfil diseños sencillos como también en puertas y ventanas. Dicha yesería en el zaguán se repite en varias casas de la zona, pero es precisamente en esta casa donde más luce dicho adorno por tener la puerta que protagoniza dicho encuadre una ventana siempre abierta al patio interior, deleite de los visitantes.

En el patio hay un aljibe con su brocal intacto, para agua de lluvia, al igual que un pozo de piedra. Los más antiguos de la casa dicen que el pozo aún contenía agua en los años 80. Ahora está seco. Lo más valorado del inmueble es el patio, y dentro del patio lo más apreciado es la forja. El trabajo de forja es simplemente espectacular (dicho por profesionales del ramo) que han visitado la casa. Volviendo al patio, diremos que es un patio “historicista”, recreando efectos históricos. La cerámica, sin ser muy antigua, está ejecutada con muy buen tino y mezcla de colores. Eso profiere al patio un aire fresco que se va armonizando conforme la vista del visitante va subiendo hacia arriba.

La parte superior del patio, por encima del zócalo de cerámica, está encalado a la antigua usanza de un blanco intenso, y adornado a su vez con piezas de cerámica de sólo dos tonalidades esta vez, blanco y azul, equilibrando la sobrecarga de colores inferior y dando un aspecto “histórico” más acorde con la cerámica tradicional toledana (que no talaverana, verde y blanca) a las paredes del mismo. Como no podía ser de otro modo la cerámica del patio conecta con reminiscencias cristianas, judías y árabes. El artesonado del patio es digno de ver también, en voladizo, y adornado con rosetones limpiados en pátina igualmente en 2013. El color marfil, original de dichos rosetones, fue perfilado finalmente a castaño por razones técnicas, pero se prevé volver a sacar su intensidad en el futuro.

Otro dato importante de la casa es que existe una bonita balaustrada de madera tallada en toda la primera planta de la casa. Dicha balaustrada está actualmente oculta. Algún día (dm) la sacaremos a la luz.

La vivienda tiene una estupenda terraza, y es posible también que originariamente fuese de una sola planta, y que construyeran la segunda planta a posteriori. El artesonado en cuarterones bien definidos en la totalidad de las habitaciones de la primera planta; no así en las viviendas de la planta baja.

Sabemos también que la vivienda se sustenta sobre unas cuevas que sirvieron de almacén de la casa antaño, pero actualmente se desconoce la puerta de entrada a las mismas. (Textos: Emilio Ferrero Guevara)