Este patio se encuentra situado en la calle de Buzones, 2

Su nombre parece derivarse de los seis registros subterráneos o aljibes que afloran en su pavimento, entre el convento de Santo Domingo el Real y el de las Capuchinas. Dichos registros se dedicaban a recoger las aguas pluviales de los extensos tejados de los conventos indicados. En 1776 se llamaba igual que hoy la calle. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

El número que nos ocupa tiene portada en piedra simulando el despiece. Dintel y pilastras con piedras enteras, ladrillo sencillo y esgrafiado. Blasón de traza renacentista, posiblemente de primera mitad del S. XVI, que nos evidencia un antiguo propietario no vinculado, como la mayoría de la manzana, al convento de las Capuchinas.

No se conservan muchos rasgos característicos de los que pudo ser esta vivienda nobiliaria, aunque el tamaño general y el blasón de su portada nos permiten reconstruir un pasado mejor. El inmueble está en estado de conservación aceptable. La ocupación de la esquina de la calle de la Merced por un enorme hueco de una tienda de ultramarinos afea notablemente su portada. El revoco está en mal estado y los huecos que se rasgaron a la hora de reconvertir y “embellecer” sus fachadas en el siglo anterior, no tuvieron el cuidado necesario y dañaron, por ejemplo, la portada principal. Puerta de entrada, de dos hojas, en madera claveteada, rematando encima un balcón.

Entrando al zaguán, se suben tres escalones que dan acceso al patio. Patio casi de forma cuadrada, de 6,5 x 5 m, sin columnas ni pilares de apoyo, suelo embaldosado, fuente central de cerámica decorada con ranas y zócalo de vistosos azulejos. Pozo de granito con brocal, en una esquina. En el patio, se aprecia en buen estado el artesonado y vigas de madera, con canecillos. Sobre ello descansa la planta superior que presenta en sus laterales balaustrada en madera y cerramiento interior acristalado. Tuvo una importante rehabilitación que finalizó a finales del año 2020. Actualmente está habitada por varias familias. (Textos: Juan Meneses Revenga)

Cercano a esta calle, al final, atravesando la plaza que lleva su mismo nombre, llegamos a la plaza de Santo Domingo el Real, lugar donde se escribió la leyenda:

La Voz del Silencio atribuida a Gustavo Adolfo Bécquer. “… un viejo judío que tiene su puesto de quincalla frente a la vieja casa en que sonó la misteriosa voz, me contó que dicha casa está deshabitada desde hace mucho tiempo. Vivía en ella una bellísima mujer acompañada de su esposo, un avaro mercader de mucha más edad que ella. Un día el mercader salió de la casa cerrando la puerta con llave, y no volvió a saberse de él ni de su hermosa mujer. La leyenda cuenta que desde entonces todas las noches un fantasma blanco con formas de mujer vaga por el ruinoso caserón, y se escuchan confusas voces mezcladas de maldición y lamento”.