Este patio se encuentra situado en calle de la Retama, 12

Esta vía es una prolongación de la calle del Plegadero. En 1778 se la llamaba calle de Adabaquín, que nadie llegó a usar (por suerte, pues ni la puerta ni los molinos de Adabaquín estuvieron en este lugar, sino al pie de San Sebastián), siendo un error de Martín Gamero, pues debía saber que el nombre se refería al de la puerta árabe por donde se bajaba al río desde la calle del Cristo de la Parra. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

El inmueble fue rehabilitado y terminadas sus obras a finales de 2018. Construido en dos plantas, baja y primera. La estructura reproduce el esquema típico de casa patio, configurado por tres crujías adosadas a cada una de las medianerías y un porche en fachada, que contiene el zaguán de acceso y la escalera. En la planta superior tiene una galería de madera orientada a sur que a modo de “corrala”, sirve de elemento distribuidor de las dos viviendas ubicadas en dicha planta.

A pesar de las reducidas dimensiones del patio, podemos apreciar un sistema de vigas y zapatas estructurales con forjados en vuelo. En el primer nivel del patio pueden verse, en sus cuatro lados, los canecillos tallados del tipo barquiforme. La sencillez del entablado y su configuración puede llevar a la conclusión de que se trata de un edificio de finales del XVII o principios del XVIII. El alero presenta también talla, en los lados correspondientes a las escaleras y la galería.

Estas características morfológicas confieren al inmueble un valor patrimonial que le hacen merecedor de un “Nivel P” de protección, si bien está catalogado con el “Nivel E”. Lo anterior justificaría la singularidad del inmueble, ya que, si bien cuenta con características similares a muchos edificios del Casco, nos encontramos con uno de los pocos ejemplos existentes en el barrio del Barco, adquiriendo una especial relevancia en el paisaje de la ciudad. Se trata pues de una “rareza” que nos permitiría comprender como eran las edificaciones en este barrio, durante la época del Barroco. (Fuente: Arquitectos San Lorenzo 8)

Cercano a esta calle se encuentra la plaza de la Cruz Verde, lugar donde ocurrió la trágica leyenda:

La Cruz Verde “Nos cuenta la leyenda, que cada tarde al caer el Sol, terminadas las labores cotidianas, venía Pedro a los pies de la gran Cruz a llorar por la muerte de su amada y por su ilusión perdida. Observaron los vecinos que a partir de entonces unas hierbas trepadoras comenzaron a crecer y que en breve espacio de tiempo llegaron a alcanzar los brazos de la Cruz. Nunca se había visto este prodigio en la plaza y no tardó la vecindad en achacar este fenómeno a las lágrimas de Pedro con las cuales había regado cada atardecer la base de la Cruz. A partir de entonces el humilladero de piedra fue denominado como La Cruz Verde”.