Este patio se encuentra situado en la calle Nuncio Viejo, 9

La calle del Nuncio Viejo en su parte alta se comunica con la plaza Amador de los Ríos, bajando, en dirección a la Catedral, nos detenemos próximos a un pequeño ensanchamiento y a la derecha bajo un arco de ladrillos, semejando un pequeño cobertizo, al fondo a la derecha, se encuentra el patio que describimos a continuación.

El edificio a pie de calle consta de cinco alturas: planta baja, primera, segunda, tercera y azotea. La forma de la planta baja hace pensar que en años anteriores formaría parte de alguna construcción de mayores dimensiones, se cree que pudo pertenecer al edificio del Nuncio, Hospital de Dementes que fue fundado a finales del siglo XV por el Nuncio D. Francisco Ortiz y a quien debe el nombre su calle. Ver referencias del citado hospital en la descripción del Patio plaza Amador de los Ríos, 2.

La estructura de la casa se enclava en la tipología de la casa con patio toledana, contando con un patio amplio en torno al cual se instalan las crujías de habitaciones. Toda la estructura del patio se apoya en cuatro columnas de granito con capiteles jónicos dispuestas en sus vértices.

A finales del siglo XIX el edificio se transformaría en casa de vecinos, modificando la traza original del patio ocupando uno de los frentes una vivienda.

A principios del siglo XX es descubierta en la planta primera una pequeña escuela que funcionó hasta 1936. En el mismo año, durante la Guerra Civil, una bomba mató a un niño y una joven de la misma familia, vecinos de este inmueble mientras dormían la siesta. Los daños materiales ocasionados en el edificio fueron importantes, teniendo que abandonar los vecinos sus viviendas hasta ser reparados los desperfectos.

En 1946 el edificio cambió de dueño y de división de viviendas, pasando de 7 a 13. En 1972, los vecinos adquirieron en propiedad las viviendas. Actualmente los vecinos del inmueble, ante el estado de deterioro, están procurando fondos para su rehabilitación. (Textos: Comunidad de Vecinos)

Continuando calle abajo llegamos a la confluencia de las calles Trinidad, Arco de Palacio y Hombre de Palo, pues bien, en ésta última calle la tradición popular describe la leyenda que lleva su nombre:

Hombre de Palo “Nadie se atrevió a preguntar qué había sucedido con el autómata de Juanelo. Muchos años después se supo que la Inquisición había quemado el muñeco que tanto había llamado la atención de las gentes. Demasiado cerca de la Catedral, tal vez demasiado avanzado para su época. La intransigencia, la ignorancia y sobre todo el maltrato de nuestra tierra hacia los grandes genios que aquí han habitado, una vez más tuvo un triunfo parcial… En pocos años, a esta vieja calle de Toledo, se le conocería como ‘Hombre de Palo’, en recuerdo de aquél autómata y de su creador, injustamente tratado por la Ciudad Imperial”.