Este patio se encuentra situado en la calle San Miguel, 3

Su fachada se articula en tres alturas, la primera ocupada por un zócalo de sillares de gran tamaño sobre el que se levanta la construcción de ladrillo. En origen el edificio tenía una mayor dimensión que ocupaba la Manzana Templaria que fue dividido a través de los años.

Accedemos al inmueble tras una puerta de madera claveteada, nos lleva al zaguán que nos presenta el patio en una buena perspectiva. Apreciamos dos grandes arcos de herradura en paredes opuestas. En uno de ellos, el alfiz con inscripciones en caracteres cúficos en color azul oscuro, muy fragmentado, sin posibilidad de leer la inscripción completa, aunque la palabra Dios si aparece clara. En las dovelas de la herradura con roleos vegetales en su interior. Puede fecharse este conjunto en el siglo XI. El otro, es un arco carpanel festoneado, ricamente decorado con motivos vegetales de roleos entrelazados y hojas de palma andalusíes, junto a algunos olifantes con decoración geométrica, que muestra modillones en su intradós. En la enjuta más oriental un castillo de tres torres con acceso en arco de herradura, la otra enjuta representa león rampante de apariencia oriental.

Todo el inmueble está decorado con elementos andalusíes: vigas en primer piso, viga decorada con inscripciones cúfica hallada en el sótano. Los templarios hicieron algunas reformas entre finales del siglo XII y mediados del XIV, destacando el gran arco de yeserías que da acceso a lo que habría sido un gran salón en época andalusí, y que amortiza el pórtico de arcos de herradura. Remata la composición un friso horizontal decorado con arquillos ciegos mixtilíneos alterando con otros polilobulados, que encierran motivos vegetales. Marca la axialidad la inserción en el arquillo de una mano de Fátima o khamsa, motivo de origen preislámico. El inmueble ha tenido diversas fases constructivas superpuestas, por lo que resulta difícil determinar con un grado de exactitud su historia constructiva. (Fuente: La Ciudad Medieval de Toledo)

Sus actuales propietarios, Rosa Canales y Boris Lugovskoy, pretenden convertir el inmueble en una galería de arte.

Dejando esta calle y acercándonos a la plaza del Seco, tomamos la empinada calle de la Soledad hasta su inicio y enfrente tenemos el Alcázar de Toledo. En dicha fortaleza, recordando su época bélica, nace una leyenda muy reciente, si bien argumentada con datos históricos, escrita por Juan Luis Alonso Oliva, bajo el título:

El fantasma del Alcázar de Toledo “Todo lo que me rodeaba, los cambios repentinos que había experimentado, las luces, las personas a las que había aterrorizado con mi sola presencia ahora cobraban sentido en este terrible mecano. –  ¿Cómo es posible que estemos entonces aquí? Pregunté una vez más. –  El tiempo hará que comprendas todo. No es tan sencillo, pues yo llevo bastante más que tú entre estos muros ya milenarios… Ahora me tengo que marchar. -¡Espera! Grité. Pero la muchacha saltó y cuando asomé ya no estaba… Comenzaba de nuevo a amanecer. En un calendario que había en una de las paredes de este nuevo recinto observé que era el 19 de julio de 2010. Acercándome a uno de los enormes ventanales pude ver cómo  fuera comenzaban a formar soldados vestidos con un uniforme muy similar al que yo vestía aquella noche de hace más de 100 años”.