Este patio se encuentra situado en el callejón de Córdova, 8 La Casa “De Buen Amor”

Se atribuye su nombre a don Diego Fernández de Córdoba, que fue Caballerizo Mayor de Felipe II, quien poseía tres casas. La explicación más precisa de su nombre se debe a que en 1495 residían en una casa una familia de conversos apellidados así. En 1612 ya tenía este nombre y en 1841 se sigue usando el mismo nombre. Se desconoce el cambio en su nombre de la letra b por la v actual. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

Este inmueble también tiene entrada por la calle de Santa Isabel 20. Lo conforman tres niveles. Rehabilitaciones recientes: Año 2000, se procedió a realizar una labor de limpieza, apuntalamiento y retejo. Se repusieron las cubiertas que se encontraban muy deterioradas, así como el entramado bajo las bajantes de aguas pluviales. Los muros en mal estado y los de carga del primer piso afectados por humedades. No se abordó el muro de la casa-torre por precaución a su estabilidad. Fueron eliminados los entramados de madera que se encontraban en muy mal estado a la humedad y los xilófagos.

Una vez vaciado y limpio el solar, se encontró un suelo-habitación de época islámica y debajo, tallado en roca, un aljibe, convertido luego en despensa. Al sanear el muro Oeste aparecieron dos vanos uno en arco de herradura y otro una saetera de grandes proporciones. Se mantuvieron los muros Oeste y Norte, debido a su filiación islámica y mudéjar.

El patio tenía en sus orígenes suelo enladrillado, probablemente con pies derechos calzados con restos de fustes de mármol para soportar los corredores, solado que sería sustituido posteriormente por otro de mármol en forma de damero, reutilizando materiales existentes y los soportes por columnas talladas en el mismo material, de diseño renacentista. El solado se realizó con mármol blanco de macael y un encintado en negro con la pizarra original, añadiendo nuevas piezas de pizarra para completar la superficie. El patio se cubrió con una estructura de hierro y acristalamiento, que, aunque pueda resultar poco estética, ayuda a combatir la lluvia y el frío de los rigurosos inviernos toledanos.

El acceso al vestíbulo es por su entrada principal al callejón, dejando la entrada por la calle de Santa Isabel como accesoria. Precisamente en la fachada de la entrada accesoria es donde se realizó una restauración conservadora la cual estaba bastante deteriorada, manteniendo texturas, revocos, tapando grietas, igualando la pátina. Se mantiene como objeto de interés etnográfico la mirilla que, desde el salón situado en la parte superior del vestíbulo, estaba practicada en el suelo que permitía ver a la persona que llamaba a la puerta del patio para si procedía darle acceso; se utilizaba un cordón del que se tiraba desde el piso del corredor Sur.

Años 2002 a 2004, se descubrieron varias etapas artísticas: Época visigoda, muro en la parte Sur que da a su entrada principal por el callejón, descubriéndose una jamba de dintel en piedra caliza con la misma decoración bajo relieve en todas sus caras. Época árabe, es su muro Oeste con dos vanos a modo de poterna, que daba luz a alguna estancia de la finca. El otro vano cubierto por arco de medio punto en ladrillo y otro muro al fondo, hecho con piedras y mortero. También islámico la base del muro Norte con un encintado estrecho. Época mudéjar, de esta época se conocen las primeras estructuras que se fosilizarán en el inmueble, sobre todo la crujía Norte, hallándose un salón mudéjar de estructura en influencia granadina.

En su interior se encuentra un catálogo completo de piezas que se hallaron en sus restauraciones: Pieza visigoda, en piedra caliza con relieve floral S. VI-VII; Fuste de columna, labrado en mármol jaspeado en rosa del S. IX-X que pudiera proceder de la Catedral; Ánfora mudéjar S. XV decorada en estampillado; Viga de madera labrada, de época mudéjar S. XVI; Monedas de cobre S. XV; Modillón de madera labrada, con dibujos de roelos de época renacentista; Azulejos cerámicos, que se utilizaron para rellenar balcones y otras zonas del inmueble de épocas renacentista y barroca.

El trabajo de archivo dio a conocer a diversas familias que habitaron el inmueble: Samuel Aben Arroyo, recaudador en el siglo XIII. En 1456 fue habitado por el racionero de la Catedral, Ferrand Alfonso, después lo ocupó Gonzalo López del Arroyo. La familia del Arroyo estaría presente en la actual calle de Santa Isabel arrendando casas pertenecientes a la Obra y Fábrica catedralicia, calle donde abundaban dependientes de la Catedral, escribanos y jurados. Año de 1457, la habitó su hermano Ruy y en 1470 pasaría a su hijo Pedro del Arroyo. En 1561 ya no aparecía ningún miembro de la familia del Arroyo, quizá por la pérdida del apellido o fruto de la presión inquisitorial, siendo luego sus propietarios el Arzobispado de Toledo. En 1844 en subasta la adquirió Tiburcio Navarro; en 1863 la compra Mariano Barriocanal, al no pagar los plazos revierte en su anterior propietario y éste la transmite en el mismo año a Felipe del Prado y Toledo. En 1878 lo compra el fiscal General Eclesiástico del arzobispado D. Casto González Yangües. Al morir en 1909 se inscribe a sus herederas María González Yangües y su criada Norberta López Pérez en usufructo vitalicio, a la muerte de ésta última se vende a Álvaro Cepeda Usero, capellán mozárabe de la Catedral. Tras la Guerra Civil de 1936, éste es fusilado y pasa la casa a su hermana María Loreto Cepeda Usero, siendo la nuda propiedad del Arzobispado de Toledo, a quienes se les adjudica en 1938. La vivienda se adquiere en estado ruinoso en 1998 por Francisco García Martín y familia, siendo sus actuales propietarios. (Textos: Francisco García Martín)