Este claustro se encuentra situado en el cobertizo Santo Domingo El Real, 6 “Comendadoras de Santiago”

Ubicado en el inicio de su cobertizo, diremos tan sólo que la calle es conocida más bien como cobertizo. En 1776 se incorporaban en la calle-cobertizo cuatro casas a la propiedad de las Comendadoras de Santiago que hoy lo habitan, anexionadas a un granero que, accediendo por la entrada al convento a cielo descubierto se conforma en un callejón, ahora privatizado, que tuvo finalidad de adarve.

En 1935 las Comendadoras de Santiago vendieron al Banco de España su convento de Santa Fe, con ello adquirieron la parte de Santo Domingo el Real situada tras el doble ábside de su iglesia incluido el granero mencionado y uno de los claustros de las dominicas. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

Uno de los espacios que mejor pueden ilustrar al convento es precisamente éste que ha venido en llamarse el Claustro de la Mona: el claustro procesional dedicado a la celebración de las procesiones del convento. En el año 2004 el Consorcio de la Ciudad de Toledo acometió una reforma del claustro para frenar las importantes humedades que ascendían por los paramentos del claustro y que sin duda habían tenido que ver en la ya entonces total desaparición de los arrimaderos.

Por suerte, las comendadoras se habían ido preocupando de recoger hasta el último fragmento de la cerámica desprendida, guardándola en cajas de fruta de madera (algo más de 60) almacenadas en un cuartucho bajo una escalera. Con todo este material, que se demostró excepcional tanto desde el punto de vista estético como histórico, se valoró la necesidad de su restauración y la de reubicarlo en su lugar de origen para preservarlo, analizando la posibilidad de reintegrar las partes perdidas para recuperar la imagen global del conjunto. Así, en una segunda fase (entre 2007 y 2008) el Consorcio decidió abordar la restauración global del claustro, recuperando el espacio central de huerto e incorporando la planta primera del convento en el conjunto claustral.

El resultado ha supuesto la recuperación de un extraordinario conjunto arquitectónico de finales del XVI —el del claustro de la Mona— en el que, si bien la restauración de la cerámica puede haber supuesto la operación más llamativa, ésta no se entendería sin la tal vez más silenciosa pero no por ello menos espectacular del claustro en su totalidad. Un cinamomo en la nueva plantación del patio, rinde recuerdo al que sabemos que existió en tiempos pasados y a la idea de que en él pudo estar el origen del nombre del claustro. (Textos: Consorcio de Toledo)