Este patio se encuentra situado en la plaza de Santa Teresa de Jesús, 1 “Palacio de Medinilla”

Así acordó llamar el Ayuntamiento, en 1970, a la plaza de Carmelitas Descalzas. Aparte de olvidar la norma habitual en la Corporación de no cambiar los nombres, sino dedicar las vías que se estimara adecuado, aquí se ha cometido otro error, ya que la santa de Ávila nunca estuvo en el convento de esta plaza, fundado después de fallecer ella. Claro que, como era de esperar, se sigue utilizando el nombre antiguo. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

En el número 1 de dicha plaza nos encontramos con una portada en piedra, renacentista, del siglo XVI, antiguo palacio restaurado en el siglo XXI. Destaca su gran un patio, regular, de seis columnas jónicas como se entendían entonces, o sea, de fuste cilíndrico y talla simplificada. El piso de arriba era menos alto, igualmente repartido por seis columnas jónicas. Las vigas cargaban sobre las columnas con zapatas de maderas con el canto tallado con roleos, más o menos historiados; había balaustres torneados.

La entrada tiene una puerta de carpintería de tradición medieval: la carpintería es de cinta de saetino, sin policromar. Tenía cierta azulejería de interés. Los muros exteriores son de ladrillo y tapia, de los que la restauración parece no haber dado con la fórmula adecuada para mantener la tierra de fábrica. Comparada su fachada actual con fotos antiguas se puede asegurar que los huecos actuales no los tenía o si acaso eran más pequeños. (Fuente: Casas de Toledo)

Hoy convertido en apartamentos. Faustino Martín, uno de sus propietarios, cuenta en un artículo de ABC los hechos que acaecieron la noche del 30 de agosto de 1620 en la casa de los Andrada. El poeta local Baltasar Elisio de Medinilla murió por la espada de un amigo, Jerónimo de Andrada y Rivadeneyra, cuando Baltasar se interpuso en el instante en que Jerónimo iba a matar a una hermana suya porque le había arrebatado el mayorazgo. Es la historia más triste sucedida en este lugar. Lope de Vega, que era amigo de Baltasar Elisio, sintió muchísimo su muerte. Una gran lápida de mármol en la fachada, dedicada por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, conmemora el III Centenario de la muerte del gran poeta toledano.

El inmueble lo adquirió el pintor turolense Ricardo Arredondo y Calmache para tener su estudio y su casa hasta que murió en 1911. Y como la muerte de Baltasar Elisio, Arrendondo falleció también de una manera trágica, ya que, por sus creencias religiosas, no permitió que le anestesiaran cuando le operaron a vida o muerte. Dos historias que abundan en el patio de vecinos de este inmueble, que llegó a estar relacionado, según cuentan, con los banqueros conocidos como «los Albertos», Alberto Cortina y Alberto Alcocer, hasta finales de los años 90. (Textos: Faustino Martín Suárez)