Estos patios-claustros se encuentran situados en la plaza de Santa Isabel “Convento de Santa Isabel”

El nombre antiguo era barrio de San Antolín, la antigua y maltratada parroquia latina, cuyo armonioso ábside poligonal de ladrillo, típico del mudéjar toledano, adosado a la iglesia de las franciscanas, restaurado en el siglo XX, es el único resto que de ella llega a nosotros.

Edificio cedido por Fernando el Católico de las casas de San Antolín en el siglo XIV. Fundado en 1447 por doña María Suárez de Toledo, conocida por “Sor María la Pobre”, el convento de Santa Isabel de los Reyes conserva en su interior abundantes muestras del mudéjar civil a pesar de su reconocido estilo renacentista. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)

Destaca especialmente su portada mudéjar de la segunda mitad del siglo XIV, con dintel y arco, en piedra caliza, con escudos dentro de cartelas lobuladas en las jambas que decoran el arco y dintel, que hacen referencia a las familias nobles de los Toledo, Ayala y la Orden de la Banda creada por Alfonso XI; en el tímpano hay restos de escudos de leones también en piedra caliza bastante deteriorada. Las enjutas del arco llevan centauros disparando flechas. En su interior existen dos patios mudéjares:

– Claustro de los Naranjos, obra del siglo XVI que consta de dos pisos arquitrabados de orden toscano y jónico y de un zócalo de azulejos mudéjar; este patio sustituyó a otro más antiguo del siglo XIV del que aún hay un arco que llaman “de los pajaritos” por su decoración de yesería con figuras de pájaros.

– Claustro de los Laureles, reconstruido prácticamente entero a mediados del siglo XVII. Es de planta cuadrada y tiene dos pisos con arcos de medio punto sobre pilares de ladrillo. Del patio original, se conserva el alfarje y las salas de las crujías del Norte y del Oeste. En la crujía del Norte, está la Sala de la Fundadora, en cuyo centro hay una fuente de alabastro con azulejos vidriados. Por otro lado, en la crujía del Oeste, hay un arco que da entrada al refectorio, donde destacan sus muros con pinturas al fresco de principios del siglo XVI.

Ambos patios no se pueden visitar por estar dentro de la clausura. Interiormente, se comunica por pasadizos con otro patio-claustro, el de la Enfermería, al cual se accede por la calle Cristo de la Parra. (Fuente: Lourdes Morales Farfán)